10 diciembre 2009

Albus Dumbledore

Sin educación corremos el horrible y mortal peligro de tomarnos en serio a la gente educada
G. K. Chesterton

Hay algunas cosas incomprensibles de los magos. Si son capaces de sacar dinero de detrás de las orejas de la gente, ¿por qué cobran entrada? Si convierten los doses en ases, ¿por qué no se dedican profesionalmente al poker? Y, sobre todo, ¿por qué son tan cerdos? En serio, ¿por qué el ser un hechicero venerable te exime de cortarte el pelo y afeitarte?

En el fondo, los magos son unos frikis. De libro: no salen de sus estancias, cubiertas de libros y objetos extraños de uso indeterminado. No se cortan el pelo, no se afeitan y usan caftanes y otras prendas que, como muy bien nos enseñó Homer Simpson, son propias de los obesos. Y cuando hablan de sus aficiones, nadie que no sea de su propio ámbito les entiende.

Otro dato preocupante es la querencia que tienen por los más pequeños. ¿En qué piensan los padres para llevar a personas con estos antecedentes a los cumpleaños de sus hijos? De momento yo se lo tengo prohibido al señor Dumbledore. No sólo eso, sino que también le he pedido que haga una serie de ejercicios:

  • Contactar con una empresa de recursos humanos para que gestione las contrataciones en su empresa. Está claro que el nepotismo que le ha guiado hasta ahora ha dado pobres resultados.
  • Asumir que con su edad hay cosas que ya no se obtienen con sólo sacudir la varita.
  • Estar con chavales jóvenes todo el rato y comportarse como ellos no le rejuvenece, sino al contrario. Debe pasar más tiempo con gente de su edad. No tendrá problemas en contactar con Fraga.
  • Elegir con cuidado sus palabras con según qué personas. Hay gente que le dices "me vas a matar" y se lo puede tomar demasiado en serio.
  • Cumplir con la normativa europea y retirar todos los símbolos religiosos de su escuela.

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