La Arqueología es la cotilla de las ciencias. Es la caja de arena de hombres que no se preocupan de a dónde van, sólo quieren saber dónde han estado todos los demás.
Jim Bishop
¿Saben esta gente que parece que está acabada y que de pronto se beben una copa y aguantan hasta el after? ¿Y qué después de beber esa copa ellos se ven como unos tipos increíbles y en realidad rozan lo patético? Pues piensen en una copa barata, nada que pudiera permitirse un ejecutivo en la Castellana. No sé, más bien la copa de un albañil o un carpintero o algo así.
Este hombre es así. Al principio es un tipo estupendo, pero a medida que pasa el tiempo se ha ido aburguesando y lo peor es que no es consciente. ¿O cómo llamarían ustedes a la manía que le ha dado últimamente por coleccionar figuritas de Swarosky?
Por otra parte, me llama la atención que se sorprenda tanto cuando le aparecen hijos secretos. Un tipo que siempre que conoce a mujeres ataviado con su cuero y su látigo...
A pesar de todo, acude a mi consulta y habrá que hacer algo. Empecemos con unos ejercicios básicos:
- Revisar el código deontológico de su profesión. Sospecho que los demás arqueólogos no buscan las cosas para destruirlas.
- Dejarse de excusas tontas: no necesita justificarse diciendo que "la X marca el lugar" cuando le encuentran en un sex-shop. Nadie se cree tampoco lo de "vi un látigo en el escaparate y...".
- ¿Y si se compra un perro y lo llama Henry?
- Apuntarse a una academia de idiomas. Imitar acentos no hace automáticamente que los alemanes entiendan el inglés.
- Aprenderse bien la parrilla de Cuatro: el programa en el que sale Iker Jiménez no es un informativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario